A través de una enfermedad en Mayo
Podemos todos los seres humanos tener diferentes posturas y criterios sobre varios aspectos de la vida, que nos hacen diferir de maneras aisladas una de la otra, pero en algo que una gran mayoría estamos de acuerdo es que, la salud es de los bienes mas preciados que una persona puede tener, de manera que habrán personas que estarían dispuestas a entregarlo todo para poder ser curados de una enfermedad que asola sus cuerpos.
No pretendo desestimar algún caso grave porque el mío no lo es, a Dios gracias. Pero si bien hubo días terribles en mi situación que me preocupaba el porvenir pues las cosas siempre pueden volverse peor de alguna forma, pero, y no que sea pesimista, sino que enfrento una cruda realidad a la que estamos condenados los seres humanos, como producto de una maldición milenaria, eso fue declarado hace miles de años y perdurará por mucho tiempo, hasta el final. No voy a hablar sobre dicho estado, pero, solo me limitaré a decir que hay maneras de aligerar dicha carga vitalicia. Los que junto a mi profesen la fe en Jesucristo y acepten su perdón y redención en sus vidas, deben estar convencidos en su corazón de que en Él tenemos consuelo y descanso para tales cosas, y mas que eso, la promesa de su sanidad para nuestras vidas, es tal que aun dicha maldición, se rinde a los pies de Cristo, y esto no de hombres, sino que, se muestra su poder y amor en salvaguardarnos y librarnos de dicha maldición.
Al cabo de unos días se instalo mas fuertemente dicho mal en mi cuerpo causando mucha inquietud e intranquilidad, se elevaron plegarias por mi vida, por parte de mis hermanos de fe, y también mi esposa y yo juntos rogamos para que me reincorporara y gracias a Dios dicha suplica fue escuchado en su tiempo.
Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. «Yo apartaré de ustedes toda enfermedad»
(Éxodo 23:25)
Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias.
(Salmo 103:1-3)
Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado.
Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.
(Isaías 53:4-5)