El mal es un acto humano, no divino
El mundo está plagado de diversos males por donde busquemos. Los problemas sin solución se multiplican y nuestro esfuerzo en cambio pareciera llevar las cosas de mal en peor. Frente al mal que nos aqueja, Dios está en la certeza de la luz, en la voluntad para no desfallecer y en el camino de liberación. Nuestra vida esta llena de imprevistos, infortunios, sufrimiento e injusticia. Pero Dios nunca ha sido ni es el origen del mal, aunque haya múltiples voces que así lo pinten. El mal es un acto humano, no divino.
Una de las cosas que me parecen mas visibles en estos tiempos, es como la vida de tantas personas se ve reflejada entre una doble personalidad, consecuentemente la ausencia de Dios en sus vidas se vuelve presente. Y es que pretenden vivir un estilo de vida fuera de la voluntad del Padre. En su mayoría sufren bajo una falsa percepción de lo que son. Se consideran pecadores que esperan lograr su entrada en el reino de Dios por su gracia, pero parece que no pueden vivir por sobre sus tendencias pecaminosas.
Debo decir que en un momento de mi vida me encontré entre la oscuridad profunda y solitaria del pecado. Las heridas han sido sanadas solo por Gracia. Males y vicios que me aquejaron desaparecieron, a veces sentía que me movía en círculos, sin saber como superar los desafíos de la vida y ver el significado de todo. Entonces la acción de Dios en mi vida erradicó mi mal personal. De inmediato. Totalmente. Gratis. Eso no sucedió por mis méritos; estoy bien ahora, pero eso no me hace mejor que nadie. No tengo nada de qué presumir mas bien mucho por agradecer. Si acaso, tal vez me haga un poco más consciente de que así es y por eso me atrevo a invitarte a que te concedas a ti mismo la apertura a esa experiencia. Esta es parte de la realidad íntima de las cosas. Es el verdadero Dios que existe, incluso en las partes mas duras y sucias de la vida.
Y es que nos acostumbramos a la oscuridad que nos rodea porque es gradual. A veces nos cuesta aceptar cuan oscuros somos como humanos en el interior. ¿Alguna vez has notado como tus ojos se adaptan a la oscuridad? Como cuando las luces se apagan abruptamente, apenas puedes decir donde están las paredes. Pero si esperas un poco, tus ojos se adaptan y te vuelves a sentir cómodo. Lo mismo sucede en nuestro mundo. La oscuridad se desliza hacia la vida de las misma forma en que se pone el sol en la noche, gradualmente. Y nos adaptamos a la ausencia de la luz al igual que nuestras vidas también se adaptan fácilmente a la ausencia de Dios, la luz de la bondad de Dios se vuelve tan oscura en nuestras vidas que ni siquiera se escuchan alarmas en nuestras vidas para despertarnos.
Y es entonces que cuando pareciera verse perdido todo, el amor, la misericordia y la gracia del Señor es manifestada en un proceso en el que pensamos que no hay esperanza, pero una luz al final del túnel puede verse y la acción de Dios es como la de un faro, que nos invita a ver la Luz, en exhortaciones a una vida consagrada y recta, acciones de misericordia, santificación, y verdad. Su misericordia nos atrapa y nos quiere sacar de ese circulo vicioso que asecha el pecado en nuestras vidas. Y la luz penetra la oscuridad e interrumpe nuestra zona de comodidad, ya que nuestros ojos se han adaptado a la oscuridad. Finalmente la luz comienza a brillar en nuestras vidas.
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte que no se puede esconder.’’
- San Mateo 5:14.