Nuevos comienzos
Tengo 19 años y la lectura libre es algo que siempre he disfrutado hacer desde pequeña. Aunque para otros solo parezca una pérdida de tiempo, o en lo absoluto inapetente, hoy retomo la escritura, después de ya mucho, porque creo que no hay mejor manera que plasmar lo que siento más que escribiendo, porque es mi lugar de escape para soltar lo que no quiero retener dentro, y se vuelve plácido cuando es de beneficio para otro ya sea para entretener o confines educativos.
A lo largo de mi vida me he visto envuelta en situaciones acerbas, y aunque a veces no lograba entenderlas o sobrellevarlas, encontré el camino a simplemente aceptarlas como parte de la vida. La violencia sufrida en la infancia deja huella en el cerebro. Las heridas emocionales tienden a propagarse a través de los lazos familiares y en ocasiones llegan hasta el punto de convertirse tan profundas y difíciles de sanar y olvidar.
La vida está hecha de contrastes. Y muchas veces nos encontraremos en circunstancias adversas que dejarán un mal sabor en nuestro paladar; sin embargo pienso que al final todo se reduce a cómo nos enfrentamos a las cosas. Así somos capaces de relativizar y minimizar. Nada importa tanto si se sabe mirar con perspectiva. Si se entienden los ciclos y se logra salir de ellos fortalecido. Somos lo que decidimos hacer con lo que no podemos controlar. Si decidimos ahogarnos en un vaso de agua o intentar nadar. Eso dependerá de nosotros mismos. Y es que la vida también es todo eso que, a veces con miedo, decides empezar.
Recordaba una de las famosas pinturas de Vincent Van Gogh (Almond Blossom) un árbol famoso que es símbolo de promesa a una nueva vida y me hacía pensar en los nuevos comienzos. Y es lo maravilloso de esto, pensar en que podemos comenzar de nuevo. No solamente es empezar de cero, es seguir, y esta vez, con experiencia y diferente perspectiva ante las cosas. Mantener la visión y confiar en el proceso. Amar la vida y no con la necesidad de sentirse siempre bien, sino desde la necesidad de entender que somos humanos, con altibajos, con miedos, con inseguridades, preocupaciones y tristezas. Pero también con sueños, metas, propósitos y motivos. Amar desde la aceptación, y desde la gratitud, vivir.
Quizás la vida sean momentos. Solo eso. Momentos. A veces un segundo lo cambia todo. A veces el tiempo es el determinante. Supongo que no todas las historias son una línea recta, algunas están llenas de curvas y a veces no sabes que te vas encontrar en cada giro. Nos daremos cuenta qué algunas cosas nos las esperaremos, otras simplemente van a llegar sin aviso. Porque la vida, no para, no espera y no avisa. Todo lo que ocurre tiene un porqué. Pero todo pasa. Se aprende a avanzar y a limar esos errores que tanto pesan. También se aprende a desprenderse de todo aquello que un día aporto y ya no, a dejar de aferrarnos a aquello que no nos hace bien, o que las cicatrices de las heridas causadas son historias que en ocasiones, no hay que esforzarse en taparlas, sino en tener valor de mostrarlas con orgullo, las que siguen quemando y las que se lograron superar. Solo hace falta ser conscientes de que una actitud cambia todo.
El proceso de convertirse en mejor persona no es algo bonito ni agradable. De hecho es incómodo, turbulento, doloroso, algo caótico e incluso en ocasiones se siente como si fueras de cabeza. Pero para obtener grandes resultados, a veces es necesario anteponer los estados emotivos e ir mas allá del egocentrismo, de las heridas del pasado, el tratar de buscar llenar nuestros espacios vacíos en lugares y personas equivocadas, todo aquello que quiera bloquear nuestra verdadera evolución; para así poder admirar lo fascinante del crecimiento moral, intelectual, físico y espiritual. Y aunque esta parezca abstracta, nos está moldeando hacia la mejor versión de nosotros mismos, el cambio termina siendo toda una obra de arte.